lunes, 19 de diciembre de 2011
UN CUENTO DE GIANNI RODARI PARA MI QUERIDO FRANCISCO OTERO
domingo, 27 de noviembre de 2011
Subiendo al Cerro del Puerco sin sherpa y sin oxígeno
Salimos desde las puertas de Segovia, entre el hotel Roma y el bar Segovia, a eso de las once de la mañana. Nuestro objetivo: cumplir con la promesa dada a Josh Simpson. Hacía mas de tres meses que habíamos recibido uno de los planetas de vidrio creados por el maravilloso escultor norteamericano. Nos pareció muy emotivo pedirle uno de sus pequeños planetas para poder esconderlo entre los restos del Cerro del Puerco, donde hacía setenta y cuatro años habían luchado, sufrido y muerto, cientos de seres humanos en la sinrazón de la guerra civil española.
La fuerza del lugar, su incomparable belleza y la trascendencia histórica convenció a Josh Simpson. Por ello, tras unos meses de sí y no, de hoy quizás o mañana mejor, nos pusimos en marcha hacia la cima del Cerro del Puerco. Como venía con un servidor el Sr. Bellette, experto andarín donde los haya, pensé que quizás no era necesaria la presencia de sherpa alguno. Tuve mis dudas al saber que nos acompañaría el profesor Ángel Herrerín, sin rival en la piscina cubierta, pero cuesta arriba... Y, claro, si venía, como al final pasó, mi querido Ricardo Ramos, secretario del CIGCE y pilier del RAC Los Lobos en la reserva eterna, la presencia del Sr. Bellette era imprescindible. No hay que olvidar que es el único de los nuestros que realizó el cursillo de primeros auxilios. Y el único lo suficientemente responsable como para practicar la respiración asistida a Ricardo si, como todos preveíamos, sufría un colapso en el transcurso de la ascensión.
Dejamos el camino asfaltado y tomamos una de tantas veredas conocidas por el Sr. Bellette que nos condujo hasta el desvío de la Silla del Rey, camino de la fuente del Milano. Allí se empinó la cuesta y Ricardo decidió quitarse el abrigo que había traído. Ángel Herrerín nos pasó el suplemento de agua mineral, que somos pobres y nuestro único dopping tiene procedencia de origen bien de La Rioja, bien de la Ribera del Duero.
Salimos del camino y tomamos la última cuesta hacia el Cerro del Puerco, rondando ya los mil cuatrocientos metros de altitud. En ese momento se lamentó el profesor Herrerín de no haber traido oxigeno. Con más dificultad de la esperada por lo congelado del suelo, alcanzamos la cima y, como buenos y experimentados escaladores, nos felicitamos por el éxito de nuestra hazaña.
Durante un buen rato, discutimos dónde esconder el planeta de Josh Simpson. Finalmente, triunfó mi tesis de dejarlo en la **** de ******. Justo al lado de **********, frente a las *********.
En fin, creo que ha quedado claro. El desafío es para los valientes. El que se atreva, que suba y busque el planeta. Si lo encuentra, será suyo.
Eso sí, que no hagan locuras. Que busquen un buen sherpa y lleven abundantes reservas de oxígeno.
Nunca olviden que nosotros, los del CIGCE, somos de otra pasta.
domingo, 25 de septiembre de 2011
Un día con Paul Preston
A las diez de la mañana hablaba con Ángel Herrerín preparando la participación de Preston en el Simposio que organiza y dirige el CIGCE y me lo confesó: "Hoy me he levantado con el pie izquierdo". Dicho y hecho. Llegamos a recoger a Preston a su hotel segoviano y, tras quince minutos de espera, aparece un tanto desencajado. Nos saluda con su estricta educación. "Estoy fatal. No me encuentro nada bien de salud".
Horror.
Como director del Simposio, una reacción: "Tierra, trágame". Como historiador: "Maldita sea mi suerte". Como presidente del CIGCE: "Hoy nos linchan".
Desde ese momento, todo se precipita. Paul cada vez en peor estado, dolorido y muy fatigado. La Granja llena de asistentes a la conferencia. Los políticos, que en estos casos parece que se vuelven locos, dando problemas constantes. Los medios de comunicación... Las instituciones participantes... Los colaboradores...
Conseguimos que el profesor Preston llegara a la comida, pero su estado no le permitió degustar el menú diseñado por Zaca. Creo que ese fue mi momento favorito: el eufemismo de Zaca. Y es que me gusta la poesía: cazuelita de judiones de La Granja.
Más bien perol de judiones. Que Ángel Herrerín y un servidor no pudimos con ello. Y el atún rojo. Y el sorbete de mojito.
Hube de acompañar al Maestro Preston para que reposara antes de la conferencia. A ver si se recuperaba un poco. Durante esas horas de espera, pensando el esfuerzo organizativo y económico al que se había sometido la Asociación CIGCE, pensé en la trivialidad de las cosas: un año largo de gestiones y programación entre el profesor Preston, sus circunstancias familiares, la London School of Economics, el Hay Festival Segovia, el CIGCE, el Patrimonio Nacional... Y todo podía ir al traste en cuestión de minutos.
"No te preocupes, Edu", me dijo mi querido amigo Quique Gallego, "confía en la pofesionalidad de Paul Preston". Creo que fue entonces cuando me tranquilicé. Además de un gran historiador y profesor, Paul Preston es inglés.
La profesionalidad ante todo.
Me senté en la terraza del bar El Rey de Copas y bebí tranquilamente una botellita de agua. Seguro que lo conseguíamos. Los nervios me abandonaron. Ya no me preocupó la cara pálida de Ángel Herrerín cuando fuimos a buscar a Preston al hotel Roma y no contestaba al teléfono. Ni cuando bajó éste, sudoroso y alterado. Sonreí ante los aplausos de los más de trescientos asistentes a la Casa de las Flores mientras nos aproximábamos al estrado. Me olvidé de los problemas y las luchas de las chicas del CIGCE para lograr fotografiar al Maestro en la conferencia por las restricciones de divulgación de Patrimonio. No me extrañó que el sonido fuera penoso y que en la parte de atrás de la sala se oyera fatal la entrecortada voz del hispanista. Tampoco me preocupó que la teniente de alcalde que sustituía a José Luis Vázquez dijera allí delante de todos los que llevábamos más de un año luchando por traer a Preston que había sido el ayuntamiento quien había "auspiciado y propiciado" aquel acto.
Sonréí y concentré mi mirada en el público que se esforzaba por seguir la conferencia de Paul. La conclusión era clara: hablar sobre Franco en el Palacio de La Granja... El mal fario concentrado.
"Es la primera vez que se habla sobre Franco en una conferencia en este palacio, Paul... Y seguro que la última", confesé al Maestro de Liverpool. Sonrisa y asentimiento como respuesta.
Al final, terminada la conferencia y el breve pero intenso turno de preguntas, me quedé con una imagen. Un fila enorme de asistentes entregándole libros para firmar, agradecimientos y muestras de admiración.
"Sólo quiero agradecerle sus libros", le dijo una señora. "Gracias a ellos he conocido el pasado de mi país". El Maestro Preston se levantó y le dio dos besos.
A pesar de los problemas, de las deficiencias, del sonido, de la enfermedad, de los constantes ninguneos, de la poca vergüenza de algunos, todo el mundo agradeció la presencia de Paul Preston en La Granja.
Y yo agradecí la presencia de todos ellos. Y de todo lo que ocurrió en ese día maldito, maravilloso. Al fin y al cabo, habíamos cumplido con nuestra promesa: EL CIGCE HABÍA TRAÍDO A PAUL PRESTON A LA GRANJA.
"Siento haberos dado el dia", nos dijo el Maestro Preston a Juan Bellette, Ángel Herrerín y a un servidor en el hall del hotel San Facundo. "Ya sabes cómo se soluciona ésto", le contesté. "Al año que viene, vuelves". "A ver si es verdad", nos dijo. Sonrió y se fue.
Así sea, Maestro Preston.
sábado, 24 de septiembre de 2011
En el Fin del Mundo
lunes, 19 de septiembre de 2011
En el paraiso de Lires
¿Por qué seguimos?
domingo, 18 de septiembre de 2011
¡El mar! ¡La lluvia!
sábado, 17 de septiembre de 2011
El peluquero del Azor
viernes, 16 de septiembre de 2011
Un gaitero en una peña
No lo era.
viernes, 26 de agosto de 2011
Durmiendo en Manhattan
domingo, 21 de agosto de 2011
Coronando el Mar de Ovellas
sábado, 20 de agosto de 2011
El Sr. Bellette se va a Santiago
miércoles, 10 de agosto de 2011
¿CORRIENTES IDEOLÓGICAS? NO, GRACIAS
Mi primera reacción fue la indignación por el grave error cometido al confundir ideología y corriente historiográfica y, por tanto, suspender al alumno y acompañar el viaje con una sonora reprimenda.
Sin embargo, recordé haber leído el día anterior, con la misma sensación de asombro, el artículo de Santos Julía en el Diario el País acerca de un polémico documental emitido por Telemadrid acerca del inicio de la citada guerra civil y el uso parcial y al servicio de una ideología hecho por los creadores del citado film. Así lo habían manifestado los asistentes al coloquio posterior, entre ellos historiadores de gran prestigio como Julio Aróstegui o Antonio Elorza.
Dado que no tengo esa televisión al alcance de mi mando a distancia, pregunté a mis amigos historiadores sí habían accedido al visionado. Desde José María Marín Arce hasta Manuel Ladero, pasando por Ángel Herrerín y Juan Avilés, todos me confirmaron lo dicho.
Y yo no salía de mi asombro. ¿Cómo es posible que para analizar un hecho histórico básico haya que establecer una dualidad ideológica? ¿Desde cuándo la opinión es esencial para la comprensión del hecho histórico?
Rebusqué en los pilares de mi formación y no pude encontrar respuesta. Es cierto que hace ya mucho tiempo que estudié la carrera, pero entre la base recibida, la ideología no era más que otro objeto del estudio, no de la formación del pensamiento del historiador. Los historiadores se alineaban en corrientes historiográficas que diferenciaban aspectos formales y filosóficos del concepto de la historia, de los procedimientos empleados en su investigación. Del objeto de esa investigación.
Así, desde la escuela de los Annales de Marc Bloch y Lucien febvre, hasta la historia global de Fernand Braudel, pasando por todas las corrientes existentes y existidas durante el pasado siglo, como bien mostraba mi tocayo, Edward H. Carr en su famoso ensayo ¿Qué es la Historia? (ARIEL, 1983), objeto y método de investigación centraron nuestros esfuerzos historiográficos, nos definieron y alinearon en flumenes. No se aproximaba uno al objeto de conocimiento desde el yo, sino desde un punto de vista despersonalizado que permitiera analizar todas las variables sin injerencia personal alguna o, lo que es lo mismo, desde un punto de partida impersonal.
Al parecer, todo eso está siendo olvidado. Las corrientes historiográficas discutían la importancia de los diferentes factores que conformaban el hecho histórico, sus causas y consecuencias. Ahora, se juzga a la ligera en un escenario analítico de buenos y malos, maniqueo, falso y, sin lugar a dudas, acientífico.
Y por más que me esfuerzo, no logro comprenderlo. El hecho histórico es objetivo. Ha ocurrido. Ya está. Sus consecuencias, también. Es en el análisis de las causas donde resulta que, ahora, en el siglo XXI, en España, nos enganchamos a “corrientes ideológicas” y no a planteamientos historiográficos científicos. Asistimos a debates pseudohistoriográficos donde se valora y no analiza científicamente, el comportamiento y la motivación de tal o cual personaje. En ese sentido, el General Franco se ha convertido en el epicentro de esta vorágine. La ideología ha roto fronteras y suplantado a la historiografía y así nos va.
El pasado 18 de julio, septuagésimo quinto aniversario del inicio de la infausta guerra civil española, vi un documental sobre la efeméride y el personaje angular de este hecho histórico. Varios especialistas aparecían analizando al personaje, entre ellos eminentes hispanistas como Paul Preston o Stanley Payne. Junto a ellos, el director del documental tuvo la deferencia de incluir la opinión de varios falangistas para ajustar con su autoridad lo dicho por los investigadores científicos. Claro, pensé, habrá visto todos esos trabajos científicos donde se analizaba y discutía la figura de Adolf Hitler entre historiadores y nazis, o la de Benito Mussolini con científicos y camisas negras, pues sus aportaciones, además de objetivas, resultaban capitales para comprender un hecho histórico que, desprovisto de la componente ideológica, personal y sentimental, se convierte en uno más dentro de la sucesión de hechos históricos que conforman la evolución histórica de una sociedad humana.
Sarcasmos a parte, quedé petrificado ante la perspectiva de la historia como ciencia ante el impacto de la influencia de la ideología. Evidentemente, ya no hablaremos de la romanización, sino que describiremos el proceso como la expansión imperialista de los romanos que acabaron con la identidad nacional de los pueblos. Veremos los restos de ese proceso como heridas en el panteón de los valores nacionales de nuestra sociedad. Y lo mismo nos ocurrirá con los visigodos. Y con los musulmanes, mucho más. Crearemos comités de expertos y sabios para ver qué hacemos con la Mezquita de Córdoba o con el acueducto de Segovia. Habrá que cambiar los libros de texto de los niños y aleccionarles en este nuevo perfil historiográfico, por supuesto sometido a revisión cuando los tiempos cambien y los buenos se tornen en malos y viceversa.
En ese momento, el suspenso de mi alumno quedó en suspenso, si me permiten el juego de palabras. Al fin y al cabo, la apreciación de mi alumno se basaba en lo que el entorno “historiográfico” le mostraba. Y yo me quedé perplejo durante unos cuantos días. Y pensando en el concepto que resume todo esto: el revisionismo. Palabra caníbal, que diría el gran Gianni Rodari. Lo mismo da que se emplee en uno o en otro sentido. Es igual de horrible. La historia no se revisa. Se investiga. Se discute y argumenta de modo científico. Y muy mal vamos si no somos capaces de ver esto.
Indudablemente, camino de la chabacanería historiográfica.
Quizás por ello, ¿quién sabe?, me incliné por la Edad Media. Allí sólo hay historia. Las ideologías son para las mentes jóvenes e inexpertas. La mía ya no lo es.
viernes, 5 de agosto de 2011
EL CAMPO DE BATALLA: ESCENARIO DOCENTE
lunes, 18 de julio de 2011
Entre Holocaustos, efemérides y ocurrencias de un pelirrojo
No encontraba el momento. Ni la situación. Quizás porque aún sentía el pavor y el escalofrío espeluznante que recorrió mi espinazo de la primera a la última página.
La obra en sí, un compendio, creo, definitivo de la barbarie, del odio atroz e inmisericorde desatado por décadas, siglos, de injusticia social. El Maestro Preston, con una prosa tan ágil y liviana que me obliga a pensar en él como un español de Liverpool, analiza el leviatán desatado con la locura liberada hace hoy setenta y cinco años.
Después de haber escuchado al gran Santos Juliá hablar sobre Azaña, a Enrique Moradiellos limpiando el ensuciado rostro de Negrín, a Julio Gil-Pecharromán desenmascarando al verdadero José Antonio libre del feo disfraz que le puso el franquismo; después de haber leído el último libro de Ángel Herrerín sobre la construcción del anarquismo español (Anarquía, Dinamita y revolución social, Libros de la Catarata, 2011), de haber charlado hasta la saciedad con el Maestro Juan Avilés, el gran José María Marín Arce y tantos otros monstruos que hacen que el impenitente parlanchín que es un servidor guarde silencio, estoy seguro de que, al igual que Alicia, he sido capaz de cruzar el espejo y mirar hacia atrás sin el apasionamiento innato que nos ciega siempre a los españoles.
Y de eso se trata. Nada más. Hay que trascender a la realidad propia. A los abuelos encarcelados y perseguidos. A los abuelos asesinos. A las abuelas violadas y las que enmantilladas celebraban las ejecuciones. A los tíos, primos, amigos, conocidos y vecinos insensatos, felices de la roja sangre que embadurnaba sus manos.
Hay que cruzar el espejo, digo. Comprender que los siglos de hambre, de absoluta injusticia nos avocaron a una catársis, a una orgía de destrucción. Si bien algunos pueden acusar al Maestro Paul Preston de haber colocado a todos los muertos en fila a modo de eterna cola, semejando las catastróficas oficinas del desempleo, buscando ese efecto, yo le defiendo. ¿Quién había hecho eso antes? ¿Quién había mostrado aquella monstruosidad?
Algunos le acusan de ser inglés, de no ser español y, por ello, mostrar una sociedad terrible, violenta, sin piedad. Donde la violencia es moneda de cambio. "Hay más violencia en dejar un pueblo sin sustento, sin trabajo, sin comida, que en muchas orgías de disparos", que dijo Julio Gil-Pecharromán. La sociedad que solo conoce la violencia, únicamente producirá catástrofes, como bien sabe mi querido Ángel Herrerín, bien descrito en el concepto acuñado por él de la "propaganda por la represión".
Y si es inglés, ¿qué más da? Ya he dicho que es un español de Liverpool. Seguro que le gustó aquel spanish Liverpool de Reina, Torres, Arbeloa y Benítez. Además, no hay que olvidar que hemos sido muy brutos en este país para evolucionar. Socialmente, se entiende. Cuando eramos brutos sí evolucionábamos rápido. No hay más que ver los prodigios de Atapuerca.
Ahora, socialmente... Cataluña abominó de los Borbones en el XVIII cuando traían una idea más prospera de sociedad que la caduca y rancia España de los Austrias. Qué decir del liberalismo. Apaleados salieron los franceses con un Napoleón ojicuádrico ante esa barbarie escondida en los galantes y pintorescos españolitos retratados por Bayeu... Ya se encargó Goya de mostrar el Leviatán que escondemos. Qué decir de los continuados intentos fallidos de constituir sociedades más justas: de sistemas liberales burgueses destruidos por los espadones bigotudos y bárbaros a repúblicas burguesas aplastadas por un ejército intervencionista y sustentado por un pueblo famélico e ignorante, apoyado en la religión y el culto al emperador romano o al rey, que lo mismo da.
Y nos sentimos orgullosos de ello. ¡Será posible! Y nos quejamos de que un guiri nos cante las cuarenta. ¿Quién lo va a hacer si no?
En esta España donde florecen los revisionistas sin vergüenza ni quien se la ponga. Donde los historiadores "equivalentistas" lo solucionan todo con un borrón y cuenta nueva, con lo mismo ocurrió en ambos lados, sin parar a pensar que ya de por sí resulta cómico-trágico equiparar la crueldad de Franco y Mola con la candidez un tanto estulte de Azaña o los arrestos arrugados de Indalecio Prieto, como para intentar institucionalizar tal aberración no ya en el ámbito académico sino en lo social.
Yo recomiendo encarecidamente ver la vieja película de Jaime Camino (La Vieja Memoria, Jaime Camino, 1977) y escuchar a los protagonistas justo después de haber leído al Maestro Paul Preston. Resultará muy sencillo analizar el discurso mimetizado de los falangistas y derechistas, las desavenencias entre comunistas y anarquistas, la pérfida estupidez de los nacionalistas y el resultado final de todo ello: el Holocausto Español.
Y es ahora cuando recuerdo el pelo rojo desaliñado de mi querido hijo Eduardo refulgiendo entre los parapetos del Cerro del Puerco: "Papi, papi" me gritaba. " Qué sitio más bueno para jugar al escondite".
La sonrisa, como siempre que pienso en la guerra civil, se me cogeló.
En esas estamos, como siempre. Como antaño. Como nunca. jugando al escondite. Y el futuro, Dios dirá. O no.
Al menos espero que Paul Preston no sea del Everton.
lunes, 11 de julio de 2011
Y presentamos VERRUM
lunes, 20 de junio de 2011
PRESENTACIÓN DE VERRUM
sábado, 4 de junio de 2011
Finding Erik
En un momento determinado, aquel hombre medio pelirrojo de barba poblada y voz cavernosa se giró y nos sonrió. Todos nos acercamos a la carrera al guerrero musculoso y le rodeamos. Al pasar a su lado me alborotó el pelo cariñosamente.
-Vamos chicos, ¿ tú eres el hermano de Amaia y Ángelito, verdad?
Me detuve un momento, impaciente, y le regalé una media sonrisa forzada. Me la devolvió y me empujó levemente hacia la montaña humana. Corrí y llegué justo a tiempo de ver cómo Conan alardeaba con su espada y nos arrancaba enormes exclamaciones de asombro mudas de propia admiración.
Aquel actor era Arnold Schwarzenegger y el hombre que hablaba con él, Luis Erik Clavería Soria, primer alcalde elegido democráticamente en el Real Sitio después de la dictadura del general Franco.
Los años pasaron, nunca en balde, y, aunque no volví a ver a aquel actor, a Erik lo seguí viendo durante mucho tiempo. De mi relación con él sólo puedo decir que fue de una única dirección: el hablaba y yo escuchaba. El enseñaba. Yo aprendía.
La última vez que charlamos fue hace un año. Yo estaba caminando con mi precioso hijo Eduardo, pelirrojo como él, frente a su casa. Andaba preocupado, intentando imaginar una escena para mi novela Verrum justo en aquel lugar. Erik estaba en el balcón de su casa, mirando con el ceño un tanto fruncido. No le vi hasta que me saludó.
-¿Dónde van los dos Eduardos?
-¡Hola Erik! -exclamé sorprendido-. Trato de ambientar un capítulo de mi novela.
-¿Aquí?
-Sí, justo frente a tu casa. Claro que es durante el siglo XVIII. Igual no estaba.
-Pregúntale a Rita y te sacará de dudas.
-Así lo haré.
-Venga, continúa. Nunca se debe parar el proceso creativo.
Sonrió. Asintió. Se metió en casa y me dedicó un leve saludo con su mano.
Fue la última vez que hablamos.
El pasado miércoles, Erik murió en su casa del Real Sitio y yo siento que me faltó una última conversación con él. Haberle sacado más de su experiencia. De su conocimiento de la vida. De su conocimiento de las personas.
Sin embargo, escribiendo estas líneas en su memoria miro a mi derecha y veo a mi hijo tumbado en el sillón. Durmiendo plácidamente su siesta diaria. Su pelo rojo alborotado y su tranquilo respirar me han relajado.
Después de todo, nunca sabemos cuándo será la última vez.
Después de todo, nunca se sabe qué será lo último.
Aquella mañana, dos Eduardos y Erik. Dos pelirrojos y yo. Tres generaciones. Uno que enseña y otros que aprenden.
Después de todo, sí que fue una gran última conversación.
Hasta siempre, amigo. Hasta siempre, maestro.
domingo, 29 de mayo de 2011
VERRUM, a la venta por fin
Para su alumbramiento ha necesitado el autor el apoyo de un buen número de colaboradores: Concha y Eva en el diseño de portada y maquetación, respectivamente; David Ortega, con la maravillosa foto de Saint Denis que copa la contraportada; Sonia, en la paciente corrección del texto final y, por supuesto, Pilar, Eduardo y Sofía, que han soportado al padre de la criatura durante tantos días de molestias, enfados, mohines y demás zarandajas, propias de esos estados de buenaesperanza.
El parto ha sido asistido por el eminente editor Herminio Gas y ha tenido lugar el pasado viernes. La criatura es hermosa. Tiene un saludable aspecto, de negro y rosa neón, terna apropiada para las más difíciles plazas. Ha pesado cuatrocientas trece páginas y es la niña de los ojos de su padre.
El padre-madre de la criatura espera poder presentarla en breve, el próximo mes (que hay muertes repentinas), bajo la cúpula de la Real Fábrica de Cristales del Real Sitio de San Ildefonso.
Se informará puntualmente de la fecha y hora del evento, así como de los orgullosos padrinos que acompañarán el evento.
domingo, 22 de mayo de 2011
José Antonio, Julio Gil-Pecharromán y el entrecot al cava sin cava
Y allí me encontré a ese José Antonio, desnudo del disfraz tan feo que le conformó el franquismo y alejado del corsé que la familia, la política y la sociedad le habían colocado. Y encontré a ese hombre queriendo justificar la hornadez de un padre demasiado español. Demasiado militar. Demasiado espadón.
¿Por qué los hijos nos creemos obligados a responsabilizarnos de los padres? Como decía aquel pasaje de la Biblia, ¿Acaso soy yo el guardián de mi hermano?
Yo me niego a responsabilizarme de nada de lo que no sea responsable y no creo ser responsable de nada de lo puedan mis enemigos responsabilizarme...Que diría un político español universal, de todos los tiempos, de hoy, perseguido por la conciencia de una juventud cuyo futuro ha sido quemado por una clase nueva de mangantes sin escrúpulos, sentados en escaños rojos y azules (No me extraña que odie al Barcelona) y vestidos con chaquetas de postín.
En esas llegó mi amigo Javier con un soberbio entrecot al cava. Pero sin gota de cava, con burbujas castellanas, nos dijo muy serio. Que yo no tengo nada catalán.
La risa se me torció pensando en mi querida España, maravillosa en su diversidad, con sus mil culturas y paisajes. Mil sonrisas y abrazos, todas ellas ensuciadas por este paripé mal vestido de política y nacionalismo. De un país de cavas y quesos, vinos y viandas, gracias, grácies y eskerrik asko, a este cenagal con analfabetos senadores necesitados de intérpretes que les traduzcan lo que cientos de miles de personas gritan desde las plazas de todas las ciudades: no os necesitamos.
En esas apareció Nico con el postre. Una macedonia fresquísima que nadaba en chocolate templado. Mis ojos se abrieron a la vida de nuevo y degusté aquel manjar pensando que cada bocado que daba era un pedacito de esperanza.
Con o sin cava, Javi es el mejor.
lunes, 16 de mayo de 2011
PERSONAJES PARA ENTENDER UNA GUERRA
sábado, 7 de mayo de 2011
Entre Negrín y Enrique Moradiellos, una sobremesa con tarta de queso y piñones
Y mientras Enrique nos enseñaba, entre vino y pan, jamón y croqueta, me imaginaba yo lo difícil que es ser reconocido en tu país; lo duro que es el odio de tus enemigos y lo doloroso que llega a ser el desprecio de los, antaño, amigos.
Y su maledicencia.
Que todo se estropea, decía mi abuela María, hasta la hermosura. Y yo pienso que lo más hermoso que se pierde es la amistad cuando está mal cocinada. Cuando uno cree en ella y el otro, no. Que la amistad y el amor son vinos que hay que cuidar con constancia y dedicación.
¡Lástima que el vino de Negrín lo avinagrara Prieto!
Ese punto de triseza percibí en las palabras de Enrique Moradiellos cuando se refería a la amistad perdida, quizás recordando el inexplicabe camino que una mente preclara como la suya ha tenido que recorrer en esta vida académica, a veces plagada de esas orsinis que tanto fascinan a los maestros Herrerín y Avilés.
Y entonces miré mi reflejo en una ventana de la calle del Rey, camino ya de los Baños de Diana.
Sonreí.
La vida no es más dura que el caminar, que dirían Tolkien y Machado, es la forma de andar lo que nos duele.
Bendito Moradiellos, lo que he aprendido en unas horas contigo.
Y tú tambien, mi querido Ángel. Mira que no querer probar la maravillosa tarta de queso de Manolo en el Bar Madrid. Menos mal que recapacitaste.
Nada peor que perderse el dulzor del queso y la suave amargura del piñón atemperando el triste sino del gran Juan Negrín.
lunes, 2 de mayo de 2011
PERSONAJES PARA ENTENDER UNA GUERRA
Como en todo el Simposio, el acceso es gratuito. Os esperamos a todos cuantos os queráis acercar al Real Sitio, a las 18:30, en el salón Siglo XXI del Ayuntamiento.