miércoles, 27 de abril de 2011

Presentación del libro ANARQUÍA, DINAMITA Y REVOLUCIÓN SOCIAL



El próximo 4 de mayo, en el Centre Cultural Blanquerna, será presentado el último libro del profesor Ángel Herrerín López, Anarquía, Dinamita y Revolución Social. Junto al autor, estarán el Maestro Juan Avilés y el profesor de la Univesidad Carlos III, Eduardo González Calleja. Es una oportunidad especial para charlar acerca de la sociedad española del cambio de siglo y comprender el paso del anarquismo por nuestro país, desde su llegada a mediados del XIX hasta la aparición de la CNT. Desde las rebeliones campesinas andaluzas hasta las tormentas de bombas en Barcelona, pasando por la terrible represión indiscriminada de los corruptos gobiernos de la Restauración. De las jornadas de Jeréz, al atentado de la Calle de Cambios Nuevos; de la masacre del Liceo a la no menos sangrienta de la boda de Alfonso XIII. Entre bombas y cuchillos, dinamita y Orsinis, el gran historiador del anarquismo que es Ángel Herrerín reflexiona acerca del terrorismo, de la lucha política y social, de la violencia y de la acción colectiva frente a la individual, de los hombres de acción y de los sindicatos, de los líderes políticos y de las políticas sin líder, haciendo, en definitiva, un retrato social y político del caldo de cultivo sobre el que malgerminó la II República.


Indispensable.

sábado, 16 de abril de 2011

La memoria de los padres, José Andrés Rojo y el ponche segoviano

Caminando por los jardines del Real Sitio, entre reinas frondosas y reyes despelujados, iba charlando conmigo José Andrés Rojo sobre los recuerdos de su abuelo, el gran estratega Vicente Rojo. Hablábamos sobre el recuerdo de los abuelos y eso que los psicólogos llaman nietos de la guerra. Lo que yo soy, recalcaba José Andrés. Cansado de escuchar que el abuelo había sido un hombre que cumplió con su deber, decidí saber en qué había consistido su deber. Y preguntó a sus tíos y tías, hijos del General Rojo, y se encontró con el hermetismo de los hijos, de los hijos de la guerra. Recorriendo la calle de Valsaín, que conecta el Patio de Honor con la bulliciosa fuente de Los Baños de Diana, José Andrés llegó a una curiosa conclusión: llegué al convencimiento de que tenía que escribir sobre mi abuelo, pero siempre desde el respeto a sus hijos, mis padres, mís tíos. Ellos habían sufrido el destino de mi abuelo y ellos habían decidido, cuando llegó el momento de las reivindicaciones, seguir hacia delante, hacia una democracia. Entre olvido y futuro, ya sabes qué decidieron. José Andrés calló justo cuando alcanzábamos en el regreso el Patio de Honor. Honrarás a tus padres, repitió mi inconsciente. Ironías de charlar sobre un republicano católico y militar español. Ironía que siguiera siéndolo, cuando había visto morir la Republica, convertirse su ejército en lo que más detestaba y que la iglesia católica española daba la mano a un regimen cainita. Menos mal que me acordé del ponche segoviano que nos habían puesto de colofón coquinario Belén y Ricardo en el Bar Segovia. En su origen, se llamaba pastel ruso y era típico de Madrid. Un pastelero se vino a Segovia, a finales del XIX, y se le ocurrió quemar el azúcar glaseado. ¡Menudo Invento! Todos asintieron y me dieron la razón. Hasta Ángel Herrerín, que detesta los dulces. Afortunadamente nos quedan los dulces para terminar las comidas. ¡Qué gran ponche, Ricardo! ¡Qué pena que seas del Barcelona, amigo mío! En fin. Nadie es perfecto.

lunes, 11 de abril de 2011

PERSONAJES PARA ENTENDER UNA GUERRA

El próximo viernes, tendremos al periodista y escritor, José Andrés Rojo, hablando sobre su abuelo el General Vicente Rojo, uno de los más finos estrategas de la Guerra Civil Española. Espero que podáis asistir. Se trata, una vez más, de una oportunidad única de comprender la actuación del ejército republicano a través de las vivencias de uno de sus protagonistas más destacados.

domingo, 3 de abril de 2011

El dilema del cordero, Garzón y el Maestro Santos Juliá

Llegó la camarera sonriente, bloc de notas en ristre, y nos leyó de carrerilla las recomendaciones para tan sonado día: pato con puré de manzana, bacalao en salsa de puerros, entrecot y ternera asada en su jugo. El Maestro Santos Juliá arqueó levemente las cejas y me miró fijamente por encima de sus gafas. -¡Ah! Pero... ¿no vamos a comer cordero? Tierra trágame, pensé, clavando los ojos en mi admirado Ángel Herrerín. Sentí la misma zozobra en su mirada. Haber llegado hasta allí, sentados junto a uno de los más grandes historiadores vivos y un maldito asado no iba a derrotar. El silencio espeso, denso como el puré de manzana que guardaba el flanco de mi pato, se hizo insostenible. Menos mal que Pancho, nuestro querido amigo del Hotel Roma, minimizó los daños. El cordero hay que encargarlo. De haberlo sabido, habría asado seis al menos. Santos con media sonrisa se encomendó no muy convencido al entrecot. La cazuelilla con judiones serenó el ambiente. Las explicaciones de la carestía del blanco manjar serrano dadas por Carmen Melero serenaron nuestros ánimos. Hasta que Olga tomó la palabra. Tenaz y admirable en su perseverancia, como siempre, entró en la pugna con el Maestro. Los ojos de Santos Juliá brillaban con las réplicas y contrarréplicas. Al parecer, el juez Garzón había escrito un auto demasiado polémico y algo inexplicable en el caso de los crímenes del franquismo. Durante una hora el Maestro Juliá y Olga Figueredo polemizaron acerca de la prescripción de los crímenes, de la justicia y la reparación. De la verdad de nuestro momento y de las verdades que nos precedieron. Que nos precederán. Que dejaremos. Salimos del restaurante felices y repletos. Literalmente. El Maestro sonreía mientras caminábamos por los hermosos jardines del Real Sitio. Felices y orgullosos. Habíamos asistido a otra conferencia. Bendito Garzón. Bendito Cordero.