lunes, 3 de diciembre de 2012

La instalación josefina del Real Sitio de San Ildefonso

El pasado viernes, 30 de noviembre, tuve la suerte de impartir una conferencia a los alumnos del Máster del departamento de Historia Contemporánea centrada en la instalación del ayuntamiento del Real Sitio de San Ildefonso. Para el que esté interesado, dejo el enlace a TeleUned, donde se puede ver de forma íntegra la ponencia.

http://teleuned.uned.es/teleuned2001/directo.asp?ID=6297&Tipo=C

Al que lo vea, que disfrute.

domingo, 14 de octubre de 2012

Subiendo a Zenarruza, desde la cuna de Simón Bolivar

Y salimos de Marquina, con la tripa llena, el gps encendido y ganas de llegar a la cama, sinceramente. Un paseo maravilloso por la fronda vizcaina. Me recordaba a ese agradable caminar entre Castletown e Innisfree que realizaban cada dos por tres John Wayne y Maureen O'Hara en "El hombre tranquilo". Eso sí, a diferencia de la bella Irlanda, aquí pegaba el sol al estilo español, aunque sea en el País Vasco. Y entre finca y vericueto, otro paso más. Y más extraño que el anterior.
En lo que se refiere a puertas de fincas, Sr. Bellette, podríamos escribir una tesis doctoral.
Cada una de un padre y una madre. Yo tengo mi propia teoría. Con esto del adoctrinamiento de los gobiernos nacionalistas, me parece que los pobres vascos han tenido una sobredosis de Chillida. Chico, hasta las portezuelas de los barrizales parecían obras constructivistas.
Si ya te digo yo...
Llegamos a las afueras de Bolivar un tanto cansados. Treinta y cuatro kilómetros nos precedían y toda una mañana empinada. Alcanzamos la Puebla de Bolivar emocionados -no sé por qué, sinceramente, pues Simón Bolivar nació en Caracas y su padre también-, quizás porque aventurábamos una noche de txacolí y bonito. En un recoveco muy singular encontramos la estatua del libertador de las Américas, con al nombre un tanto gastado, la verdad, por lo que lo utiliza Hugo Chávez. Si este levantara la cabeza y viera el uso que dan de su nombre, seguro que se partiría de la risa.
Entramos en la taberna del pueblo y, por primera vez en esta aventura, me sentí fuera de lugar. Allí todo el mundo hablaba euskera. Y a voz en grito. Había un grupo de jóvenes que charlaban distentidamente vaya usted a saber de qué. Que en esto de los idiomas ininteligibles, el euskera se lleva la palma. Quizá empatado con el chino y a poca distancia del finés. Y el suajili. Y ese dialecto que se habla en Valsaín entre los pinos a voz en grito. Y, por supuesto, el extraño idioma del gobierno español, que sólo lo habla el que promete o jura su cargo ante el rey, quien, a su vez, domina parte de éste y de otro mucho más complicado, entre gangoso y Borbón que algunos periodistas lo citan como campechano, sea lo sea lo que eso signifique.
El caso es que pedimos Aquarius y no había. Se me ocurrió pedir algo sin gas y me dieron agua. Pregunté por el albergue y nos mandaron fuera del pueblo.
Salimos refrescados por el agua pero muertos de sed y emprendimos el camino, cuesta arriba, por supuesto, hacia el descanso de esa jornada. Y sufrimos una maravillosa calzada medieval al 12% de desnivel con la mosca tras la oreja, pensando que la graciosilla del bar nos había mandado allí donde Sansón perdió el martillo por no saber pedir como Dios manda en DoneJakue Bidea. El caso fue que aquella chica, graciosilla o no, nos encaminó a la perfección.
Llegamos al albergue del Iñaki y sus celdas monásticas. Allí nos alojamos, duchamos y abandonamos las malditas mochilas. Tres txacolíes después, más o menos, emprendimos el paseo de estiramiento antes de cenar. Llegamos hasta la colegiata y monasterio de Zenarruza: sinceramente, valió la pena el sufrimiento por ver aquello. Un espectacular monasterio en mitad del bosque, sobre la colina, con un claustro tan romántico y melancólico que a uno no le hubiera extrañado que Larra se hubiera suicidado allí o que el último precioso súspiro del bucólico Becquer hubiera sido expelido entre tan hermosas columnas.
Embelesados por la belleza del monasterio, bajamos al refrigerio. Excelente el txacolí. Y el marmitako, y el bonito con tomate. Y el pastel de arroz. Y el de manzana. Y la ensalada de Iñaki para "refrescar" que nos refrescó de maravilla.
Dos pasos, tres escaleras y a la cama. A descansar.

 

Listos para Guernica y el recuerdo de lo que no se debe olvidar nunca.

sábado, 22 de septiembre de 2012

En el paraiso Vasco: de Deba a Marquina

Volvimos, como nunca hizo el Terminator de James Cameron. En tren de Segovia a Bilbao en primera, que así da gusto. En el bocho descansando una noche, después de degustar los mil bacalaos de Minchu en San Ignacio, que para algo es primo del Sr. Bellette. A la mañana siguiente, en Euskotren hasta Deba. Y con nubes sin parar. Y los dispositivos smartphone diciendo que sol radiante. Y yo con la mosca tras la oreja. Sólo una, que la otra la teníamos pegada a la charla de cuatro jubilados sobre las maravillosas vacaciones del INSERSO. Esas que seguro se ha cargado la crisis de los ladrones sin vergüenza. Ponemos un pie en la estación de Deba y nos caen tres gotas. ¡No me lo puedo creer! ¿Que va a lloooover? La mala leche también asusta a las nubes.

Y la seriedad del Sr. Bellette. Al salir de Deba el sol asomaba por los cúmulo-nimbos, justo al mismo tiempo que se empinaba el camino. Y sin misericordia. Vamos, que pasar de Guipúzcoa a Vizcaya es más duro que cruzar el Rubicón con Julio César. Cuarenta  minutos cuesta arriba y llegamos a la iglesia del Calvario con unas vistas de la costa que nos hizo olvidar la penuria de la subida. Que no me extraña que la iglesia se llame del Calvario, de verdad.

Ciento cincuenta metros hacia abajo y... ¡Otra vez para arriba! Y esta vez sin descanso. Casi dos horas de cuesta. Adelantando peregrinos. Y peregrinas con los pies para llorar. Y el maldito teléfono del Sr. Bellette contando los kilómetros de uno en uno asustando al personal que adelantábamos con su voz de dominatrix.
¿Por qué les ponen voz de chica? Más bien de Angela Merkel cabreada con Rajoy explicando los recortes.

Coronamos doblados, buscando el Sr. Bellette a la madre del perro. Que cuando se acuerda de ella, uno se pone a temblar. Catálogo interesante, el del Sr. Bellette:

Grado 0: Mueca ligera. (Menos del 8% de desnivel)
Grado 1: Pse... (Entre el 10% y el 15% de desnivel)
Grado 2: Vamos anda!!! (Al 15% de desnivel)
Grado 3: Resoplando... (Casi el 20% de desnivel)
Grado 4: Joooder con la costiña de Canedo!!! (Ladera del K-2)
Grado 5: ¡..La madre'l perro..! (El monte Everest nevando)

Llegamos arriba, lo aseguro, sin encontrar a la madre del perro. Si la llego a encontrar, estaba yo ahora en Alcatraz. Eso sí, nos encontramos a un gordo resoplando comiendo chocolate y con un cigarro en la mano. Sinceramente, pensé que se trataba de una cámara oculta.
¿Y ese gordo? ¿Y el chocolate? ¿Fumando?
De allí hasta Marquina, bajando sin parar. Sin parar. Sin parar. Sin llanos. Solo cuesta. Hacia abajo. Hasta que, por fin, asomó Marquina entre pinos y valles. Con un sol abrasador. Y una pequeña iglesia asombrosa. Con unas piedras increíbles dentro. Y me acordé de la película de Phenomenon de John Travolta. Y del conejo que nunca conseguía detener. Por muchas vallas que construyera, el conejo aparecía dentro.
Porque vivía dentro.
Las piedras de Marquina, primero. La construcción, después.
Un paisano nos encaminó al restaurante de la plaza principal. Menudo acierto. Siempre hay que preguntar y pasar de guías. Acierto seguro. Chipirones y cogote de merluza.
Maravilloso.
Descansando al fresco del restaurante de Marquina, pensamos dónde dormir.
En Bolívar, cuna del libertador, Sr. Bellette.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

Por el infierno de barro

Salir de Zumaia, con la tripa llena por otro chuletón que despistado había caido en nuestro plato, y empezar a llover. Pero no llover por llover, no. Nada de cuatro gotitas que te refrescan, te alivian el esfuerzo de las malditas cuestas.
Que no, que no.
Para empezar, un tramo de escaleras con un desnivel vertical de más de cien metros hasta llegar a la iglesia del pueblo (Me pregunto quién irá a misa en Zumaia, vive Dios). Y las malditas nubes, que venían zumbando desde Getaria, con un atronador negro sucio que espantaba hasta las cabras.
Llegar a la iglesia y a llover. Sin parar. Bueno, en realidad, para ser puristas, un pedante aficionado a la música clásica diría "in crescendo". Uno de mi pueblo, chuzos de punta. Y durante dos horas. O más. "Seguro que amaina en el bosque" le dije al Sr. Bellette.
Sonrisa de medio lado.
En el bosque, todavía más. Ya, ni las capas aguantaban el agua. Fue en ese momento que me sentí peregrino de verdad: cobijados en un establucho de mala muerte, entre las cagadas de las vacas, las ruedas viejas de los tractores, algún que otro ratón campeón de natación, las propias vacas y su acre pestilencia aún más presente potenciada por la humedad.
Y al fondo el monte vasco. con su belleza agreste. Sus apretujados pinos, presionados por las continuas cárcavas, vallejos, quebradas y desfiladeros.
¡Qué nadie diga que no apreciamos la belleza allí donde esté!
Como no dejaba de jarrear, continuamos el camino. Otra vez empapados hasta los huesos. Como en tantas ocasiones. Como siempre. Como toda la vida. Enfilamos un camino... El país del barro. Dos kilómetros con agua y barro hasta casi las rodillas. Y con lodo cariñoso. Que se agarraba a todo. Ni siquiera podiamos sacar los bastones. La mitad de uno del Sr. Bellette quedó allí atrapado.
Y mi pierna gritando. Desde la rodilla hasta el cuello. Con martillazos continuos. Cada paso, una puñalada. Cada cuesta, un suplicio.
En estas enfilamos la última cuesta. Destino, el santuario de Itziar. Un hermoso pueblecito en la loma, frente a la costa salvaje. Y, milagro, allí había un pequeño hotel. Y llegamos hasta su puerta. Y había habitación. Y nos pudimos secar. Y duchar. Y cambiar de ropa. Y cenar unos maravillosos chipirones en su tinta un servidor; a la plancha para el Sr. Bellette. Y se nos ocurrió decirle al recepcionista que no funcionaban los radiadores. Y pasamos la noche en un horno de asar.
"Hasta aquí hemos llegado, Sr. Bellette", claudiqué. Mi pierna me obligó.
"Volveremos en agosto, Señorito Juárez".
A la mañana siguiente, salimos con destino a Deba. Andando, porque para entender los horarios expuestos en la parada de autobús había que ser vasco parlante o saber lineal A cretense. O algo parecido.
Tres kilómetros cuesta abajo por una rampa donde patinaban los coches. El Sr. Bellette comprobó con el trasero la dureza del verdil y un servidor descendió recordando la destreza de primero de párvulos. Después de la bajada del infierno y dos ascensores, alcanzamos el nivel del mar. Y la estación de tren. Bueno, quise decir Euskotren. A bilbao.
"I'll be back", dije con cara de Terminator.
"Volveré", dijo el Sr. Bellette, que es más castizo.

domingo, 26 de agosto de 2012

Entre chuletones y Txacolí: de Igueldo a Zumaia

De Astigarraga a Igueldo, en un periquete. Más mojados no podíamos estar. Allí nos alojamos en una casa rural estupenda -las llaman Agroturismos, que en el Pais Vasco todo cambia de nombre, aunque el cambio nadie lo note- junto al hotel rural Leku Eder. Por cierto, este último muy recomendable, con una terraza al mar que quitaba el hipo. Llegamos con tanta agua como sed y hambre. La amable chica de la recepción nos remitió a un restaurante llamado Bellavista, en la cima del Igueldo, cerniéndonos sobre la bahía de San Sebastián. "Hay que caminar unos ochocientos metros hasta el restaurante, pero les aseguro que vale la pena". Por el camino, bajo un chaparrón de mil demonios, me cuestionaba yo la Bellavista, la bahía y hasta la madre que lo... Bueno, cortesías aparte, llegamos al citado comedero. Pedimos dos txacolíes. " Cuidado, que se sube a la cabeza rápido" nos dijo el camarero.
Éste no sabe lo que somos los del Real Sitio.
"Pon un par de chatos y ya veremos qué se sube" le dije al desconfiado posadero. Y es que el aspecto de peregrino del Camino de Santiago parece hacerle a uno un milindris a ojos-vista. Por cierto, más allá de bravatas pueblerinas, ¡Menudo txacolí! Etxeko era la casa, la misma del patxarán. En este caso, la variedad del caldo era Getariako Txacolina. Con un punto de carbónico que lo hace refrescante y digestivo, un tubio sucio muy agradable en su amarillento ser y, sobre todo, un espectacular final cítrico que e hace beber sin conocimiento. Para aplacar la locura del txacolí, hubimos de hacernos con un chuletón de brontosaurio... ¿O era quizás de braquiosaurio? El Sr. Bellette discrepó. Para él, sin duda, era diplodocus.
El caso es que, después de la buena dosis de txacolí maravilloso y de casi kilogramo y medio de carne, nos fuimos a dormir en nuestro agroturismo, deseando que la mañana siguiente el Cantábrico se quedara en su sitio y no en nuestras cabezas.
Salimos bien pronto, con el objetivo de llegar hasta Deba, ya casi en Vizcaya. Al desayunar, mi pierna me recordó con su dolor la aventura del día anterior. Subimos lo que nos quedaba del monte Igueldo, menos de veinte minutos y empezamos el descenso hacia Orio. Caminando junto a la costa, por la cima de las estribaciones, iba yo asombrado del agreste paisaje, de la belleza brutal de aquella tierra. Empezamos la bajada tremenda hasta Orio -no me extraña la cantidad y calidad de los ciclistas vascos-, pasando, en un último repecho, por la hermosa ermita de San Martín de Tours, donde hicimos un descanso. Por el camino, habíamos descartado una cuesta entre los pinos. "Si vamos por ahí, nos la pegamos seguro" había dicho sabiamente el Sr. Bellette. Sentados en el sotoportal de la ermita de San Martín de Tours, pensaba yo qué razón tenía mi amigo viendo a un pobre alemán, que había seguido ese tramo peligroso, embadurnado en barro hasta el cuello, que más parecía un churro en chocolate que un peregrino.
Después de pasar el precioso barrio pesquero de Orio y de recorrer la interminable ría, tomamos otra cuesta infernal que nos había de llevar hasta Zarautz. Por ese tramo pasamos cerca de Getaria, con su sorprendente ratón y sembradas sus colinas de maravilloso txacolí. ¡Qué envidia!
Bajamos otra cuesta del demonio hasta la playa de Zarautz -"Todo lo que subimos lo bajamos aquí, Señorito Juárez", me decía el Sr. Bellette- y cruzamos el turístico barrio costero y paseo marítimo, campo de golf incluido. Por el camino nos cruzamos con un ciclista que dijo algo parecido a hola.
La insensatez de subir semejante cuesta tiene sus peligros, claro.
Curiosamente, durante toda la soleada mañana, nos cruzamos con una plétora de guipuzcoanos. ¡Buenos días!, me decían a mí; ¡Kaixo!, le regalaban al Sr. Bellette.
¿Tendría algo que ver la txapela que llevaba?
Después de casi veinte kilómetros hicimos parada en una taberna tradicional de Zarautz -por llamarla así- y nos regalamos unos txacolíes (por supuesto, de Getaria), antes de afontar los últimos ocho kilómetros hasta Zumaia.
Y maldita la hora. Hubimos de escalar casi dos kilómetros de calzada medieval a la salida de Zarazutz. Fue allí donde mi maltrecha pierna empezó a decir basta. Tras una hora y media de tortura, alcanzamos nuesto objetivo: Zumaia. Y otro chuletón. Y más txacolí. Y una silla para descansar.
Como un mal pensamiento, todo la mañana habíamos caminado escapando de la tormenta. La hora y media de descanso en Zumaia fue demasiado. Las nubes auguraban  una tarde de aúpa.
"Habrá que sacar las capas", decía el Sr. Bellette  mientras degustábamos el chuletón.



En fin...

lunes, 20 de agosto de 2012

El Sr. Bellette se va a Santiago

Emocionados por volver al camino, tomamos el tren desde Segovia con dirección a Hendaya. Nuestro objetivo: iniciar el camino del norte. La mía, pisar la estación donde se produjo el encuentro entre Hitler y Franco. Tras no-sé-cuántas horas de viaje, eso sí, aderazadas por las constantes atenciones de la tripulación del tren alvia, llegamos comidos por una borrasca inmisericorde. La estación me resultó gris, como el cielo, como los protagonistas que allí se habían reunido hacía setenta y dos años. Salimos a la calle cubiertos con las capas y cobertores, bajo un aguacero de mil demonios. Cruzamos la frontera entre Francia y España por el puente y partimos hacia Irún. No sé si por la lluvia o por que era el inicio del viaje o por la santona de Salamanca que se nos acucharó en la plaza y no cejó hasta endosarnos unos salmos, canciones, rezos y alabanzas, que perdimos el camino de la costa y nos metimos de lleno en el camino del horror...digo del interior, que para el caso viene a ser lo mismo.
Durante seis horas nos arrastramos bajo la lluvia por unas sendas que ni vericuetos. En alguna de ellas el barro nos llegaba casi a las rodillas. Los bastones se atoraban; las botas se enlodaban; las mochilas pesaban más que bloques de plomo... En una de las vaguadas el charco era tal que hubimos de saltar un muro y caminar por unas tierras. Y con el miedo de ahora aparece el dueño y nos pega una perdigonada. Claro, que con ese tiempo, no habría aparecido ni harto de chacolí.Cada paso que daba me acordaba de la vieja de Irún, augurándonos un maravilloso viaje. Aún recuerdo a una gitana que me leyó la mano en Granada, diciéndome que tenía una salud de hierro: a los tres días me operaron de peritonitis.
No tengo suerte con las pitonisas.
Mientras el barro me cubría las polainas, iba pensando yo en ensartar a la próxima adivina, por muy santona que fuera.
Quizás por esos malos pensamientos, perdí el pie en una cuesta -perdón, catarata- y, al frenar la caída, me lastimé la pierna. El dolor, primero sibilino, luego ya farruco, me acompañó todo el viaje.
Después de dejarnos caer por un vericueto impracticable e impresentable, llegamos al paraiso, quiero decir a una sidrería. La buena mujer nos recibió, a pesar de estar cerrado. Nos libramos de las capas empapadas, al igual que el resto de la indumentaria que no nos quitamos, pero que de buena gana habríamos hecho -provocando el escándalo en Astigarraga-, y entramos al calor de la parrilla. Nos preguntó que si conocíamos el funcionamiento de las sidrerías: coged un vaso y bebed lo que queráis, luego pagáis.
¡Pobre mujer!
Está bien dar de beber al sediento, pero es que nosotros somos del Real Sitio. Once barricas a nuestra disposición. Llenitas todas de rica y refrescante sidra vasca. Con ese toque cítrico imperceptible.
En fin, después del desaguisado -que nos costó cinco euros a cada uno- un poco secos, volvimos al camino.
Destino: el monte Igueldo. Deseo: que no lloviera.
De ilusión también vive el hombre.

martes, 24 de julio de 2012

De batallas y pinares

El próximo miércoles, 25 de julio, tendré el honor de impartir una nueva conferencia sobre la batalla de La Granja en la conmemoración del septuagésimo quinto aniversario de tan luctuoso hecho histórico. Esta vez el lugar será Valsaín con motivo de las jornadas sobre memoria histórica que organizan las juventudes Socialistas de La Granja y Valsaín. Las jornadas continuarán al día siguiente, con la conferencia sobre la memoria histórica entregada por mi buen amigo, el historiador Jaime Hervás. Ocasión ésta pintiparada para volver la vista atrás y seguir reflexionando sobre la Guerra Civil Española y sus consecuencias. En lo que a un servidor respecta, el análisis de los entornos sociales de máxima violencia me parece muy a mano en estos días que nos toca vivir, donde el ciudadano queda aplastado por la lógica de un poder cada vez más alejado de la democracia, hundido en la demagogia del recorte de libertad en aras de la protección de aquellos grupos de poder causantes del problema. Esta absurda espiral degenerativa en la que nos hallamos inmersos fue en el pasado caldo de cultivo de las grandes revoluciones; las injusticas a las que nos vemos sometidos por nuestros falaces representantes, demagogos y traidores, auténticos barrabases, encendieron una ira que movió los cambios sociales que, siglos después, nos llevaron a la posición de libertad y democracia que hoy se consume del mismo modo que esos pobres pinares de Gerona. Razonad porqué nuestra sociedad no es capaz de desarrollar ese movimiento que nos libre de la tiranía de los mal llamados mercados (mejor decir BANCOS), corporaciones insensibles, similares al estúpido escorpión de la fábula que picaba al pobre animal que le cruzaba el río. Al igual que ese deleznable insecto, la respuesta está en el origen: no está en la naturaleza de estos estafadores de la democracia velar por la libertad y la justicia.

¡Ah, Monsieur Guillotine! ¡Lástima de vuestro maravilloso invento!.

lunes, 11 de junio de 2012

Guia arqueológica de la Guerra Civil en el Real Sitio de San Idefonso

El pasado viernes tuvimos la suerte de presentar el libro El corredor de la batalla de La Granja: de campo de batalla a Sitio Histórico. La publicación no es más que una guia arqueológica de la Guerra Civil Española en el Real Sitio de San Ildefonso. Profundiza, de esta manera, en una disciplina de última hora como es la arqueología de la guerra civil española, generadora de profundas polémicas hasta la publicación en 2006 del famoso número monográfico de la revista Complutum sobre el tema. Ni que decir tiene que para el CIGCE es un honor haber sido los primeros en publicar trabajo semejante en Segovia y ser uno de los escasos existentes a nivel nacional. Con ello, además, se espera dar el espaldarazo definitivo a la declaración como Bien de Interés Cultural para los yacimientos analizados en la publicación. En cualquier caso, un paso más en la labor de investigación y difusión emprendida hace ya más de seis años por el Centro de Investigación de la Guerra Civil Española (CIGCE).

Título: EL CORREDOR DE LA BATALLA DE LA GRANJA: DE CAMPO DE BATALLA A SITIO HISTÓRICO
Precio:  15 €.
Puntos de venta: LIBRERÍA FARINELLI, LIBRERIA HG, OFICINA DE TURISMO DEL REAL SITIO DE SAN ILDEFONSO, http://www.libreria-hg.com/, cigce@cigce.es
LIBRERÍA PUNTO Y LÍNEA, LIBRERÍAS ENTRELIBROS, Y ANTARES LIBRERÍA EN SEGOVIA.

sábado, 2 de junio de 2012

PRESENTACIÓN DESPUÉS DE INAUGURACIÓN. ¿QUÉ MÁS SE PUEDE PEDIR?

El proximo día 8 de junio, viernes, se llevará a cabo la inauguración de las exposiciones "Gerda Taro en la Batalla de La Granja" y "Carteles para entender una Guerra", organizadas por el CIGCE y financiadas por el Ministerio de la Presidencia y la UNED. La madrina para tal ocasión será María Pérex Agorreta, Decana de la Facultad de Geografía e Historia de la UNED, acompañada del Alcalde del Real Sitio, José Luis Vázquez. El lugar será el paseo de la Alameda, en el Real Sitio de San Ildefonso, donde se hallan ubicadas las exposiciones.
Después, a las 20:30 y en la Casa de la Cultura del Real Sitio (Plaza del Matadero, s/n) tendrá lugar la presentación del libro "El Corredor de La Batalla de La Granja: de campo de batalla a Sitio Histórico", fruto de años de investigación y colaboración entre el CIGCE, el Colectivo Guadarrama, con el apoyo de la UNED, del Ministerio de la Presidencia, Ayuntamiento del Real Sitio de San Ildefonso, Ministerio de Medioambiente, Centro de Montes de Valsaín y Ceneam, entre otros. El acto será presidido por el Alcalde del Real Sitio y contará con la participación de Félix Montes, senador, Luciano Municio, arqueólogo terrotorial de la Junta de Castilla y León, Ricardo Castellano, presidente del CG y un servidor como presidente del CIGCE.

Lo dicho, ¿qué más se puede pedir? Pues un vinito entre amigos para terminar la jornada. Ahí está la invitación para demostrarlo.

miércoles, 30 de mayo de 2012

RECORDANDO LA BATALLA DE LA GRANJA PASADOS 75 AÑOS

DE CAMPO DE BATALLA A SITIO HISTÓRICO


Eduardo Juárez Valero

Presidente del CIGCE
(Artículo publicado hoy, día 30 de mayo de 2012, en el Adelantado de Segovia)

Tal día como hoy, hace setenta y cinco años, el ejército republicano descendía la sierra de Guadarrama con la intención de tomar por sorpresa la ciudad de Segovia, aliviando así la presión que las fuerzas franquistas ejercían sobre el País Vasco. Cinco brigadas del ejército popular de la República trataron de rebasar las posiciones franquistas atrincheradas en el Real Sitio de San Ildefonso, Revenga y el Alto del León. Durante ocho infaustos días, el hermoso verde de nuestros pinares se tornó en bermejo: entre dos mil quinientos y tres mil soldados perdieron su vida, resultaron heridos o, sencillamente, incapacitados para el ejercicio de sus funciones.

Revenga y Valsaín hubieron de ser evacuados ante la inminencia y magnitud del ataque. En el caso de Valsaín, gran parte del caserío se perdió, incluida la iglesia parroquial, como demuestran las posteriores reconstrucciones del poblado a mediados de los cuarenta y a finales de los sesenta. Los habitantes de Revenga, tras pasar un día entero escondidos en improvisados refugios, lograron escapar a Segovia, donde llevaron la noticia del violento ataque republicano.

La Granja de San Ildefonso, rodeada por las brigadas republicanas, mantuvo un hilo de contacto con Segovia a través del puente y la carretera principal nunca tomada, a pesar de los varios e infructuosos intentos realizados por la XXXI Brigada Mixta del Mayor Del Cacho. Los balazos en las pilastras y rejas de la fachada principal del palacio nos cuentan, hoy día, las dificultades que pasó allí atrincherado el general Varela.

Y Segovia, a pesar de la distancia y del muro defensivo que supusieron las posiciones franquistas, sufrió esporádicos bombardeos de las fuerzas aéreas republicanas. Los chatos, las moscas y, sobre todo, los rasantes, todos ellos modelos Polikarpov pilotados por rusos y algún que otro norteamericano, dejaron sus bombas en la periferia de la ciudad. De los depósitos de agua de la carretera de La Granja al puente de Sancti Spiritu, las explosiones republicanas trataron de acabar con las bases militares principales, provocando el terror entre la población.

Setenta y cinco años más tarde, podridos los cadáveres, muertos los políticos y militares, así como sus planes y estrategias, sólo perviven los documentos, la memoria de los que vivieron aquello y las imponentes construcciones levantadas a tal efecto. Setenta y cinco años más tarde, las consecuencias de la batalla de La Granja, sus causas y el impacto que tuvo en el transcurso general de la Guerra Civil Española, en la población y en el entorno son patrimonio de los investigadores, quienes, desde hace bastantes años, se han afanado en estudiar los pormenores de aquellos ocho días de 1937.

Desde nuestra humilde posición, llevamos más de siete años tratando de poner en valor los restos de la llamada historiográficamente batalla de La Granja. Intentando conseguir que los recuerdos de los que vivieron aquello y las imponentes construcciones fuesen patrimonio histórico real de los segovianos, primero, y de todos los españoles, más tarde. Y, por ello, nos lanzamos al estudio y conocimiento pormenorizado de los campos de batalla, que fueron varios, de este olvidado combate.

A pesar de la existencia de multitud de enclaves, elegimos las dos posiciones más significativas: el Cerro del Puerco y Cabeza Grande. Allí el enfrentamiento fue decisivo y marcó el devenir de la batalla. En sus empinadas cuestas dejaron la vida la mayor parte de los franceses que formaban la XIV Brigada Internacional, los soldados de la LXXIX Brigada Mixta, los regulares del Tabor de Tiradores de Ifni-Sahara, de Melilla y Larache; los legionarios, milicianos del requeté y falangistas; los pilotos de los aviones rusos citados, e italianos y españoles al servicio del ejército franquista.

Descubrimos que, uniendo las dos posiciones referidas, había un espléndido corredor de restos arqueológicos, de incalculable valor histórico para la comprensión de la guerra civil española. Con la constante ayuda de los especialistas del Colectivo Guadarrama y el apoyo de la UNED, del Exmo. Ayuntamiento de San Ildefonso, de Ministerio de la Presidencia, de la Obra Social de CajaSegovia, del CENEAM y del Centro de Montes de Valsaín, nos planteamos cambiar la esencia de estos lugares. El proyecto, intitulado como el presente artículo, tomó cuerpo el año pasado con la realización del trabajo de campo en el que tomaron parte una veintena de alumnos de la UNED becados por el CIGCE y dirigidos por el Colectivo Guadarrama y un servidor.

Un año después, coincidiendo con la efeméride, estamos orgullosos de afirmar que hemos conseguido nuestro objetivo. De campo de batalla de horrible recuerdo, el esfuerzo de todos logró convertirlo en Sitio Histórico, lugar docente y de estudio: patrimonio de todos los segovianos.

Cuando el día 8 de junio presentemos en la Casa de la Cultura del Real Sitio de San Ildefonso el libro El corredor de la Batalla de La Granja: de campo de batalla a Sitio Histórico y el informe para la declaración del yacimiento arqueológico siga su curso en la correspondiente comisión de la Junta de Castilla y León, estoy seguro de que algunos, entre los que me encuentro, sonreiremos, felices, con la sensación justa del deber cumplido.

viernes, 25 de mayo de 2012

De nacionalistas, maestros y aprendices

¡Nacionalista, que eres un nacionalista!, exclamaba el Maestro Julio Aróstegui cuando le hablaba de lo maravilloso que es mi Real Sitio. Lo bien que se vive aquí. Lo felices que somos algunos viendo la vida pasar entre pinos, mármoles y fríos intempestivos.
Y, al fin y al cabo, ¿qué significa ser nacionalista? Uno puede estar orgulloso de su pueblo, de su tierra, de los montes y ríos, bosques y llanuras que le vieron nacer, crecer. Ahora bien, ¿es realmente necesario llevarlo a gala? ¿Es preciso inculcar a los que aquí vienen el amor por el terruño patrio? La verdad, no lo creo. Si los que aquí llegan no son capaces de apreciar lo que les rodea, la singularidad del entorno... ¡La belleza de mi pueblo, coño! Pues eso, apaga y vamonos. No me veo persiguiéndoles, coaccionándoles para que aprendan a amar mi entorno.
Sin duda, ese es el punto de no retorno. Donde el nacionalismo se vuelve igual de tóxico que los activos (más bien pasivos) de las cajas de ahorros dirigidas por nuestros maravillosos políticos. Esos mismos que pregonan a los cuatro vientos lo de la generación mejor preparada de la historia de España, cuando, en realidad, quieren decir la generación más titulada, que no preparada. La preparación es otra cosa. Fruto de la competencia y de la exigencia. De lo que adolece cualquier sistema desarrollado en este país. Por eso no es de extrañar la interpretación de la burricie paleta como nacionalismo.
Desafortunadamente, el Maestro Julio Aróstegui sólo enseña a unos pocos aprendices en el foro nacional. Unos pocos privilegiados que tuvimos la oportunidad de poder escucharle. Y eso que, durante un instante, pensé que la sobremesa acabaría en la cloaca de la desmemoria y el desconocimiento (¿verdad, Sr. Bellette?).
En cualquier caso, abotijado por las contundentes judías de Casa Zaca, hube de rendirme a la evidencia insertada en las enseñanzas del Maestro Aróstegui.

¡Qué sí! ¡Qué sí! ¡Nacionalista soy! Y por muchos años.

miércoles, 16 de mayo de 2012

El Maestro Julio Aróstegui en La Granja

¡Qué suerte la mía! Y esta vez lo digo de corazón. ¿Qué más puede pedir un aprendiz de historiador como soy yo que compartir una sesión con el gran maestro de historiadores? La presencia de Julio Aróstegui en Segovia, en La Granja, hablando sobre la URSS y su implicación en la guerra civil es un verdadero acontecimiento académico, como lo fue cuando vino el gran Santos Juliá o Paul Preston o cuando venga el próximo mes de octubre el catedrático Antonio Elorza. Y allí estará un servidor. Con sus exiguos conocimientos, hablando de la Batalla de La Granja que, si bien permaneció olvidada para la historiografía durante tantos años, ha despertado hoy día el interés de tantos Maestros y nos ha permitido covocarlos aquí, para que todo el mundo acceda a su buen saber.
Lo dicho: ¡Qué suerte la mía!

viernes, 11 de mayo de 2012

De fascismos a periferias olvidadas: una sobremesa con Hipólito de la Torre e Ismael Saz

Han pasado los días y el primer ciclo de conferencias que conmemora la batalla de La Granja se aproxima a su fin. Y, como avisé hace unas semanas, llegó el momento de hablar de los fascistas. De dictadores aborrecidos y otros por aborrecer. Entre verduras salteadas y patatas a la importancia, Hipólito de la Torre e Ismael Saz fueron desgranando diferentes aspectos desconocidos de las relaciones hispano-portuguesas y la implicación de las dictaduras fascistas en la guerra civil patria. El maestro Hipólito con ese tono de voz tan suave y acompasado, argumentando sin descanso su posición. Con una cadencia que cualquiera diría que es cántabro. Más bien de la Costa da Morte. Ismael Saz, abrumador. Con una voz profunda y gutural, de las que decía mi abuela que enamoraban en los actores. Y con una personalidad arrolladora. No es de extrañar la vehemencia en defensa de sus ideas.
¡Cualquiera se atreve con él!
Y en medio de la discusión académica, un guiño a la política. Acostumbrados a vivir en el centro, en el centralismo, no viene mal de vez en cuando una visión periférica de la realidad. No hay que olvidar que fue en la periferia donde se asentó culturalmente este país: de las culturas almerienses de la Edad de los Metales a la mítica Tartessos; de la Tarraco imperial o los castros celtas de Galicia, a las maravillas iberas del litoral levantino.
Quizá los siglos de imperio centralista nos hicieron olvidar que es en el mar donde empezó la vida y no solo en la península ibérica.
Sea como fuere, me alegro de haber recibido un pequeño pescozón. Es lo contrario del nacionalismo militante: conoce a todo el mundo y todo el mundo te hará conocer.
¡Lastima del barcelonismo militante de mi querido amigo Ismael! En eso, no hay centralismos que valgan.
P.d.: Mi amigo Ángel Herrerín ya prueba los postres. Un poco a escondidas. Poco a poco comprende que hay demasiada sal en la vida como para desperdiciar un dulce.

martes, 1 de mayo de 2012

El dia de los fascistas y la guerra civil

Llegado el día cuatro de mayo, tenemos la interesante oportunidad de poder escuchar a dos grandes historiadores, los mejores en su campo, hablando del monstruo fascista. Hipólito de la Torre, quizás el único historiador miembro de la Real Academia de la Historia española y de la Academia de la Historia portuguesa; Ismael Saz, el gran conocedor del nazismo y el fascismo italiano en su relación con la España de Franco. Juntos, en doble sesión, nos adentrarán en aquel leviatán que nació en Europa a principios de los años veinte y que se llevó por delante todo: democracias, dictaduras, pensamiento, cultura, ciudades, países, seres humanos...
Una gran ocasión de conocer ese oscuro tramo de nuestra historia que puso en contacto lo de aquí y lo de allí, y no precisamente como hoy lo comprendemos.
Yo, por mi parte, allí estaré. Aprendiendo de los grandes maestros.
Algunos tenemos suerte de verdad. Todos vosotros, también. Sólo hay que acercarse a La Granja. Al salón siglo XXI del Ayuntamiento.
Os esperamos.

domingo, 22 de abril de 2012

De expropiados, abandonados y olvidados

Vuelvo este año a tener la oportunidad de disfrutar de la compañía de grandes historiadores, maestros que alumbran partes de mi conocimiento olvidado en la noche de la juventud estudiante. Y la felicidad es completa, que comparto las sobremesas con mis amigos y visito a los restauradores del Real Sitio, que no es poco.
Del Restaurante Roma al Madrid, como si de un periplo poético se tratara, paso de sofisticación a tradición culinaria. De América Latina a los Estados Unidos; a Francia o al Reino Unido. Resulta significativo que, tras escuchar al gran Enrique Moradiellos, uno llegue a la conclusión de que la palabra solidaridad se inventó mucho más tarde del treinta y seís. Al menos, si ya existía, no se había traducido ni al inglés ni al francés. Bueno, es posible que se conociera en ámbitos anglo-sajones pero cerrada en un mundo universitario-arcano-desconocido. Así lo entiende un servidor, convencido por Ángeles Egido y por Rosa Pardo. Ese abandono tan significativo de una democracia en manos del monstruoso fascismo me recuerda aquel olvidado epigrama de Marcial referido a un patricio que se suicidó para no ser asesinado por su perseguidor: este morir por no morir me resulta ridículo.
Al menos hoy parece que sí existe ese concepto de solidaridad internacional. Eso nos recordó el gran Carlos Malamud, con el cansino caso de la petrolera YPF en la retina. Cansino hasta la saciedad; hasta el aburrimiento extremo. Que los países amigos salgan en defensa de una empresa privada que nos lleva subiendo el precio de la gasolina cinco años haciendo imposible el consumo. Además, como recordaba Forges el otro dia en el diario El País, ¿desde cuándo petrolera significa patria?
En fin, yo me quedo con el "quitapesares" del Roma y la tarta de queso con piñones del restaurante Madrid. Son tan sofisticados y exquisitos que hasta mi querido Ángel Herrerín ya los cata.
Eso sí, una cucharadita. Que para los espartanos estoicos que viven en Torrecaballeros una pizca es un universo.
Grande Ángel.

miércoles, 18 de abril de 2012

AMÉRICA A ESCENA







Este viernes, en el horario habitual de las 18:00 en el salón siglo XXI del ayuntamiento del Real Sitio de San Ildefonso, se desarrollará la segunda jornada del ciclo de Internacionalización de un conflicto, que conmemora el 75º Aniversario de la Batalla de La Granja. En esta ocasión, tenemos la fortuna de contar con dos de los más afamados especialistas en relaciones americanas para tratar el papel de Estados Unidos e Iberoamérica en el conflicto desatado el 18 de julio de 1936. La profesora Rosa Pardo se encargará del amigo americano y el mediático catedrático Carlos Malamud hará lo mismo con América Latina. En estos días de convulsas relaciones entre España y los países protagonistas de las conferencias, milagro será si no acabamos hablando de YPF, Argentina, Guantánamo, la guerra de Irak, Afganistán, el populismo, los Cháves, Morales y Correa, Cristina y demás iconos políticos.

En cualquier caso, nada mejor que hacer que disfrutar de la profundidad de conocimientos de nuestros invitados y, en resumidas cuentas, de la historia del pasado como espejo del presente.

jueves, 5 de abril de 2012

SEMINARIO 75º ANIVERSARIO DE LA BATALLA DE LA GRANJA







Por fin comienza el seminario que conmemora el septuagésimo quinto aniversario de la trágica batalla de La Granja. Al igual que el año pasado, utilizando la triste efeméride, trataremos de reflexionar a lo largo de estos meses de conferencias y exposiciones sobre los diferentes aspectos relacionados con nuesto pasado reciente y nuestro futuro. Este año, en lugar de un solo ciclo de conferencias, hemos programado dos convocatorias, empezando la primera el próximo día 13 de abril.





El primero de los ciclos, titulado LA INTERNACIONALIZACIÓN DE UN CONFLICTO, analizará la implicación o no de las principales potencias mundiales en el conflito patrio, intentando reflexionar sobre la política conjunta internacional ante enfrentamientos terribles como el español y con gravísimos problemas como el de Siria en mente.





Este año les toca abrir las sesiones a los catedráticos Ángeles Egido y Enrique Moradiellos, como puede verse en el cartel adjunto. Cualquiera puede acercarse y participar en el seminario. Los alumnos UNED que se apunten en cigce@cigce.es obtendrán un crédito extra de forma gratuita.

jueves, 23 de febrero de 2012

Mujeres en guerra, Mujeres españolas









Me dice mi querida amiga Josefina Martínez, Profesora Titular del Departamento de Contemporánea de la UNED, que organiza un curso sobre la mujer y la Guerra de la Independencia el mes que viene en el centro asociado de la UNED de Segovia. Una ocasión, sin duda, de conocer ese cincuenta por ciento de la historia desconocida por todos que, si lo extrapolamos, se puede aplicar al conocimiento de la humanidad entera. Me refiero, como es lógico, a la historia de las mujeres.


Y es que no entiendo que tenga uno que aclarar ésto; que tenga que haber una coletilla o una acepción historiográfica llamada historia de las mujeres. Como si fueran una especie de dinosaurios sin estudio científico reseñable. Que son la mitad de la humanidad, más o menos. Y la que más me gusta a mí, si he de ser sincero. Que los hombres que conozco, salvo raras excepciones, no hacen más que amargarme la existencia. Alguna que otra mujer lo ha hecho, pero siempre se agradece. Las mujeres, en esto no creo que haya discusión ni siquiera científica, existen para enseñarnos con esa hiel tan dulce que gastan. Yo me dejo enseñar diariamente de todas mis compañeras de trabajo; de mis jefas, que tengo unas cuantas; de mi madre. Y de mi mujer, especialmente. Hasta de mi hija, que tiene diez añitos y ya me atecla.



En fin, volviendo al origen de la diatriba, entre el 6 y 8 de marzo de 2012 tendremos la oportunindad de explorar esa parte desconocida de la historia de España. Seguro que hay mucho más que Agustinas de Aragón y lo espero con verdadera fruición. Para una mujer a la que inmortalízó la historiografía, lo hizo por cumplir el papel del hombre.


Si es que...