miércoles, 30 de mayo de 2012

RECORDANDO LA BATALLA DE LA GRANJA PASADOS 75 AÑOS

DE CAMPO DE BATALLA A SITIO HISTÓRICO


Eduardo Juárez Valero

Presidente del CIGCE
(Artículo publicado hoy, día 30 de mayo de 2012, en el Adelantado de Segovia)

Tal día como hoy, hace setenta y cinco años, el ejército republicano descendía la sierra de Guadarrama con la intención de tomar por sorpresa la ciudad de Segovia, aliviando así la presión que las fuerzas franquistas ejercían sobre el País Vasco. Cinco brigadas del ejército popular de la República trataron de rebasar las posiciones franquistas atrincheradas en el Real Sitio de San Ildefonso, Revenga y el Alto del León. Durante ocho infaustos días, el hermoso verde de nuestros pinares se tornó en bermejo: entre dos mil quinientos y tres mil soldados perdieron su vida, resultaron heridos o, sencillamente, incapacitados para el ejercicio de sus funciones.

Revenga y Valsaín hubieron de ser evacuados ante la inminencia y magnitud del ataque. En el caso de Valsaín, gran parte del caserío se perdió, incluida la iglesia parroquial, como demuestran las posteriores reconstrucciones del poblado a mediados de los cuarenta y a finales de los sesenta. Los habitantes de Revenga, tras pasar un día entero escondidos en improvisados refugios, lograron escapar a Segovia, donde llevaron la noticia del violento ataque republicano.

La Granja de San Ildefonso, rodeada por las brigadas republicanas, mantuvo un hilo de contacto con Segovia a través del puente y la carretera principal nunca tomada, a pesar de los varios e infructuosos intentos realizados por la XXXI Brigada Mixta del Mayor Del Cacho. Los balazos en las pilastras y rejas de la fachada principal del palacio nos cuentan, hoy día, las dificultades que pasó allí atrincherado el general Varela.

Y Segovia, a pesar de la distancia y del muro defensivo que supusieron las posiciones franquistas, sufrió esporádicos bombardeos de las fuerzas aéreas republicanas. Los chatos, las moscas y, sobre todo, los rasantes, todos ellos modelos Polikarpov pilotados por rusos y algún que otro norteamericano, dejaron sus bombas en la periferia de la ciudad. De los depósitos de agua de la carretera de La Granja al puente de Sancti Spiritu, las explosiones republicanas trataron de acabar con las bases militares principales, provocando el terror entre la población.

Setenta y cinco años más tarde, podridos los cadáveres, muertos los políticos y militares, así como sus planes y estrategias, sólo perviven los documentos, la memoria de los que vivieron aquello y las imponentes construcciones levantadas a tal efecto. Setenta y cinco años más tarde, las consecuencias de la batalla de La Granja, sus causas y el impacto que tuvo en el transcurso general de la Guerra Civil Española, en la población y en el entorno son patrimonio de los investigadores, quienes, desde hace bastantes años, se han afanado en estudiar los pormenores de aquellos ocho días de 1937.

Desde nuestra humilde posición, llevamos más de siete años tratando de poner en valor los restos de la llamada historiográficamente batalla de La Granja. Intentando conseguir que los recuerdos de los que vivieron aquello y las imponentes construcciones fuesen patrimonio histórico real de los segovianos, primero, y de todos los españoles, más tarde. Y, por ello, nos lanzamos al estudio y conocimiento pormenorizado de los campos de batalla, que fueron varios, de este olvidado combate.

A pesar de la existencia de multitud de enclaves, elegimos las dos posiciones más significativas: el Cerro del Puerco y Cabeza Grande. Allí el enfrentamiento fue decisivo y marcó el devenir de la batalla. En sus empinadas cuestas dejaron la vida la mayor parte de los franceses que formaban la XIV Brigada Internacional, los soldados de la LXXIX Brigada Mixta, los regulares del Tabor de Tiradores de Ifni-Sahara, de Melilla y Larache; los legionarios, milicianos del requeté y falangistas; los pilotos de los aviones rusos citados, e italianos y españoles al servicio del ejército franquista.

Descubrimos que, uniendo las dos posiciones referidas, había un espléndido corredor de restos arqueológicos, de incalculable valor histórico para la comprensión de la guerra civil española. Con la constante ayuda de los especialistas del Colectivo Guadarrama y el apoyo de la UNED, del Exmo. Ayuntamiento de San Ildefonso, de Ministerio de la Presidencia, de la Obra Social de CajaSegovia, del CENEAM y del Centro de Montes de Valsaín, nos planteamos cambiar la esencia de estos lugares. El proyecto, intitulado como el presente artículo, tomó cuerpo el año pasado con la realización del trabajo de campo en el que tomaron parte una veintena de alumnos de la UNED becados por el CIGCE y dirigidos por el Colectivo Guadarrama y un servidor.

Un año después, coincidiendo con la efeméride, estamos orgullosos de afirmar que hemos conseguido nuestro objetivo. De campo de batalla de horrible recuerdo, el esfuerzo de todos logró convertirlo en Sitio Histórico, lugar docente y de estudio: patrimonio de todos los segovianos.

Cuando el día 8 de junio presentemos en la Casa de la Cultura del Real Sitio de San Ildefonso el libro El corredor de la Batalla de La Granja: de campo de batalla a Sitio Histórico y el informe para la declaración del yacimiento arqueológico siga su curso en la correspondiente comisión de la Junta de Castilla y León, estoy seguro de que algunos, entre los que me encuentro, sonreiremos, felices, con la sensación justa del deber cumplido.

viernes, 25 de mayo de 2012

De nacionalistas, maestros y aprendices

¡Nacionalista, que eres un nacionalista!, exclamaba el Maestro Julio Aróstegui cuando le hablaba de lo maravilloso que es mi Real Sitio. Lo bien que se vive aquí. Lo felices que somos algunos viendo la vida pasar entre pinos, mármoles y fríos intempestivos.
Y, al fin y al cabo, ¿qué significa ser nacionalista? Uno puede estar orgulloso de su pueblo, de su tierra, de los montes y ríos, bosques y llanuras que le vieron nacer, crecer. Ahora bien, ¿es realmente necesario llevarlo a gala? ¿Es preciso inculcar a los que aquí vienen el amor por el terruño patrio? La verdad, no lo creo. Si los que aquí llegan no son capaces de apreciar lo que les rodea, la singularidad del entorno... ¡La belleza de mi pueblo, coño! Pues eso, apaga y vamonos. No me veo persiguiéndoles, coaccionándoles para que aprendan a amar mi entorno.
Sin duda, ese es el punto de no retorno. Donde el nacionalismo se vuelve igual de tóxico que los activos (más bien pasivos) de las cajas de ahorros dirigidas por nuestros maravillosos políticos. Esos mismos que pregonan a los cuatro vientos lo de la generación mejor preparada de la historia de España, cuando, en realidad, quieren decir la generación más titulada, que no preparada. La preparación es otra cosa. Fruto de la competencia y de la exigencia. De lo que adolece cualquier sistema desarrollado en este país. Por eso no es de extrañar la interpretación de la burricie paleta como nacionalismo.
Desafortunadamente, el Maestro Julio Aróstegui sólo enseña a unos pocos aprendices en el foro nacional. Unos pocos privilegiados que tuvimos la oportunidad de poder escucharle. Y eso que, durante un instante, pensé que la sobremesa acabaría en la cloaca de la desmemoria y el desconocimiento (¿verdad, Sr. Bellette?).
En cualquier caso, abotijado por las contundentes judías de Casa Zaca, hube de rendirme a la evidencia insertada en las enseñanzas del Maestro Aróstegui.

¡Qué sí! ¡Qué sí! ¡Nacionalista soy! Y por muchos años.

miércoles, 16 de mayo de 2012

El Maestro Julio Aróstegui en La Granja

¡Qué suerte la mía! Y esta vez lo digo de corazón. ¿Qué más puede pedir un aprendiz de historiador como soy yo que compartir una sesión con el gran maestro de historiadores? La presencia de Julio Aróstegui en Segovia, en La Granja, hablando sobre la URSS y su implicación en la guerra civil es un verdadero acontecimiento académico, como lo fue cuando vino el gran Santos Juliá o Paul Preston o cuando venga el próximo mes de octubre el catedrático Antonio Elorza. Y allí estará un servidor. Con sus exiguos conocimientos, hablando de la Batalla de La Granja que, si bien permaneció olvidada para la historiografía durante tantos años, ha despertado hoy día el interés de tantos Maestros y nos ha permitido covocarlos aquí, para que todo el mundo acceda a su buen saber.
Lo dicho: ¡Qué suerte la mía!

viernes, 11 de mayo de 2012

De fascismos a periferias olvidadas: una sobremesa con Hipólito de la Torre e Ismael Saz

Han pasado los días y el primer ciclo de conferencias que conmemora la batalla de La Granja se aproxima a su fin. Y, como avisé hace unas semanas, llegó el momento de hablar de los fascistas. De dictadores aborrecidos y otros por aborrecer. Entre verduras salteadas y patatas a la importancia, Hipólito de la Torre e Ismael Saz fueron desgranando diferentes aspectos desconocidos de las relaciones hispano-portuguesas y la implicación de las dictaduras fascistas en la guerra civil patria. El maestro Hipólito con ese tono de voz tan suave y acompasado, argumentando sin descanso su posición. Con una cadencia que cualquiera diría que es cántabro. Más bien de la Costa da Morte. Ismael Saz, abrumador. Con una voz profunda y gutural, de las que decía mi abuela que enamoraban en los actores. Y con una personalidad arrolladora. No es de extrañar la vehemencia en defensa de sus ideas.
¡Cualquiera se atreve con él!
Y en medio de la discusión académica, un guiño a la política. Acostumbrados a vivir en el centro, en el centralismo, no viene mal de vez en cuando una visión periférica de la realidad. No hay que olvidar que fue en la periferia donde se asentó culturalmente este país: de las culturas almerienses de la Edad de los Metales a la mítica Tartessos; de la Tarraco imperial o los castros celtas de Galicia, a las maravillas iberas del litoral levantino.
Quizá los siglos de imperio centralista nos hicieron olvidar que es en el mar donde empezó la vida y no solo en la península ibérica.
Sea como fuere, me alegro de haber recibido un pequeño pescozón. Es lo contrario del nacionalismo militante: conoce a todo el mundo y todo el mundo te hará conocer.
¡Lastima del barcelonismo militante de mi querido amigo Ismael! En eso, no hay centralismos que valgan.
P.d.: Mi amigo Ángel Herrerín ya prueba los postres. Un poco a escondidas. Poco a poco comprende que hay demasiada sal en la vida como para desperdiciar un dulce.

martes, 1 de mayo de 2012

El dia de los fascistas y la guerra civil

Llegado el día cuatro de mayo, tenemos la interesante oportunidad de poder escuchar a dos grandes historiadores, los mejores en su campo, hablando del monstruo fascista. Hipólito de la Torre, quizás el único historiador miembro de la Real Academia de la Historia española y de la Academia de la Historia portuguesa; Ismael Saz, el gran conocedor del nazismo y el fascismo italiano en su relación con la España de Franco. Juntos, en doble sesión, nos adentrarán en aquel leviatán que nació en Europa a principios de los años veinte y que se llevó por delante todo: democracias, dictaduras, pensamiento, cultura, ciudades, países, seres humanos...
Una gran ocasión de conocer ese oscuro tramo de nuestra historia que puso en contacto lo de aquí y lo de allí, y no precisamente como hoy lo comprendemos.
Yo, por mi parte, allí estaré. Aprendiendo de los grandes maestros.
Algunos tenemos suerte de verdad. Todos vosotros, también. Sólo hay que acercarse a La Granja. Al salón siglo XXI del Ayuntamiento.
Os esperamos.